martes, 6 de marzo de 2012

Tipos de accesos a las fortificaciones

En las fortificaciones de la G.C.E. podemos encontrar diferentes tipos de acceso. Tal y como ocurrió con las troneras, las vicisitudes de la contienda fueron forzando a los constructores a evolucionar las estructuras para mejorar las funciones de las fortificaciones. Mientras que con la evolución de las troneras se trató de mejorar la función defensiva, con las modificaciones de los accesos la función que se mejoraba era la de protección de los ocupantes.

Acceso directo
La gran mayoría de las fortificaciones provenientes de la G.C.E. cuentan con un acceso directo desde el exterior, generalmente en la parte posterior. Esto significa que al fortín se accedía por un vano practicado en un muro posterior que daba acceso a la única estancia que albergaba la ametralladora. El inconveniente principal radica en la entrada de luz por el acceso, lo que hace que se adivinen a través de la tronera las siluetas de los ocupantes, en concreto de la persona que utilizaba la ametralladora, permitiendo a un tirador experimentado hacer blanco sobre él. Esta vicisitud se mejoró ubicando el acceso, de forma también directa, en un lateral, en lugar de hacerlo en la fachada posterior.
Teniendo en cuenta que en multitud de ocasiones, esta reubicación no estaba propiciada por el motivo indicado, sino por la ubicación de la fortificación con respecto a la trinchera que conducía hasta ella, cierto es que evitaba el problema del trasluz, pero mantenía otro de igual gravedad. Cuando un proyectil artillero, granada, o bomba de aviación hacía explosión en las cercanias de la entrada, la metralla accedía al interior de la fortificación barriendo a sus ocupantes.

Acceso Indirecto
Este tipo de acceso mejoró las prestaciones que daba el acceso directo. El efecto traszul era prácticamente inexistente, y la entrada de metralla, con dificultad podía alcanzar a los sirvientes de la máquina emplazada en el interior. Ejemplo de estos accesos los podemos encontrar el las fortificaciones "cilíndricas con acceso" construídas por el bando republicano en la Dehesa de Navalcarbón y zonas anexas, en Las Rozas, o en los restos de las fortificaciones republicanas de la zona de Somontes, en El Pardo.



Acceso Retranqueado
Supone una evolución más sobre el acceso indirecto. Implica que para acceder a la estancia principal de la  fortificación debemos realizar uno o incluso dos giros de 90º en sentidos opuestos, por un pequeño pasillo. Anula completamente el efecto trasluz, y evita por completo la entrada de metralla desde el exterior. La decisión entre obligar a uno o a dos giros segúramente obedezca a la posición de la fortificación con respecto a la trinchera, dependiendo directamente de si el acceso se encontraba en la parte posterior o en un lateral. En el primer caso, un muro perpendicular a la entrada conforma un pasillo que obliga a realizar dos giros de 90º. En el segundo, un muro paralelo a la entrada conforma igualmente un pasillo que, en este caso obliga únicamente a un giro.

Acceso Tunelado
Otra forma de evitar el efecto trasluz, que además impedía o dificultaba el acceso de metralla era este tipo de acceso, que consistía en la realización de un tunel desde la entrada de la fortificación hasta la estancia principal. Incrementaba además la seguridad ya antes de acceder a la construcción. En cuanto a los restos de la G.C.E. se refiere, la gran mayoría de estos accesos no eran del mismo material constructivo que la fortificación, sino que se excavaban en el terreno, convirtiendo la propia trinchera en una galería subterránea según se aproximaba a la construcción. Podemos ver ejemplos, aunque con la galería hundida, en alguna de las fortificaciones republicanas de la línea que se extiende entre los cerros al norte de Quijorna, y el Cerro Martín, al norte de Villafranca del Castillo.

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